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Artículo: La práctica hace la verdad

La práctica hace la verdad

La práctica mecánica del “amor propio” nos engaña.

Comprender por qué no nos gustamos es crucial. En concreto, por qué no nos gustamos en primer lugar y el deseo de solucionarlo.

Cuando nuestros antepasados ​​realizaban rituales de belleza (hammam, banya, mascarillas faciales de arcilla, cosméticos decorativos, etc.), nadie lo hacía para ser como los demás. Las mujeres realizaban estos rituales de belleza para conectar consigo mismas y entre sí.

El “autocuidado” de hoy seguramente tendrá algo que ver con comprar 30 pasos de productos a los que aspira alguna celebridad o alguien de influencia popular.

Allí donde el beneficio se encuentra con la influencia, nadie quiere realmente que te gustes completamente a ti mismo.

Irónicamente, quieren que te ames lo suficiente. Lo suficiente como para gastar en cada nueva tendencia del cambiante mercado de la belleza.

Esto incluye el alarmismo de la belleza limpia, el alarmismo de la belleza convencional, la vergüenza y la culpa por no decidirse por una u otra, el interminable lavado de "sostenibilidad" donde nunca reciclarás el plástico lo suficientemente bien (porque en cierta manera no puedes), la industria de la estética donde tu nariz, labios y mandíbula siempre se pueden alterar para que coincidan con Megan Fox (porque ella está teniendo un momento ahora, otra vez), etc.

No termina, no terminará.

La pregunta que debemos hacernos entonces es ¿POR QUÉ se nos vende el “amor propio” mecánico y quién se beneficia de ello?

¿Y acaso el amor propio mecánico nos llevará alguna vez a un punto en el que nos queramos tanto que no aspiremos a ser como nadie más? Porque hemos vuelto a casa.